domingo, junio 6

100 años de Arquitectura en el Perú

Este texto, fue extraído del Blog de CITIO, muy interesante y reflexivo, sobretodo por lo que Javier expresa y ayuda a un autoanálisis, sobretodo a la categoría en la que estamos, es necesario entender que la necesidad de aprender y comprendernos es importante, lean y aprendan.


miércoles 12 de mayo de 2010

CRISIS Y RETOS DEL HABITAR

¿Los Arquitectos podemos transformar el Perú?
la misma pregunta, 100 años después

(discurso de Javier Vera en la ceremonia de inauguración del Centenario de la FAUA-UNI,
el Viernes 30 de Abril del 2010)
Tengan muy buenos días todas las personas, personalidades y personajes hoy aquí presentes. Es siempre emocionante ver nuestro auditorio lleno, y es para mí un honor poder estar aquí y dirigirles algunas palabras en esta ceremonia que da inicio a las celebraciones por los 100 años de la FAUA, que son a su vez los 100 años de la enseñanza de la Arquitectura en el Perú.
1.
Cuando ingresé a esta facultad, había un silencio…
¿Qué significa el silencio? Significa que algo sucede adentro, significa que rondamos un vacío y aún no tenemos las respuestas para regresar y decirlas. Hace un buen tiempo estamos sin hallar el significado de eso que nos es indecible. Creo que ese vacío tiene que ver con nosotros mismos: la realidad ha cambiado radicalmente en las últimas décadas ¿Cómo nos posicionamos ante ella? ¿Cuál es nuestro nuevo rol? ¿Cómo debemos educar para seguir siendo útiles y aportar? son preguntas que aun no han tenido respuesta, y que hoy quisiera dejar en todos ustedes para que, juntos, las hallemos y terminemos con este silencio ensordecedor. Es bello el silencio, claro, con la arquitectura creamos vacíos que lo contemplan como posibilidad estética, el silencio también alberga a las personas y les brinda sosiego, pero también es cierto que esta sociedad, hoy, necesita instituciones y personas capaces de decir cosas, suficientemente claras como para distinguirse entre tanto bullicio y escándalo, y suficientemente contundentes como para hacerse escuchar en este mundo donde ya nadie escucha.
Mi primer llamado es, entonces, a admirar el silencio, a respetarlo hasta el punto en que sea una necesidad vital quebrarlo, vencerlo. Quizás la FAUA pueda decir: TENGO 100 AÑOS, AQUÍ ESTOY, Y TENGO ALGO QUE DECIR!
2.
Había un silencio, si, y se sentía el peso inmenso de la historia y la tradición.
A veces la historia inmoviliza. Había silencio y había demasiada quietud.
Algunos estudiantes hicimos algunas cosas, inspirados por los maestros que teníamos en frente y también por esos maestros que nunca vimos y que ahora tenemos aquí. Lo hicimos con la esperanza de hallar un eco, hicimos cosas, dijimos cosas, muchos lo hicieron y lo siguen haciendo, pero el silencio persiste. Nuestro edificio, catalogado como la mejor infraestructura para facultad de arquitectura de Latinoamérica, este edificio gestado por el Arq. Belaúnde, diseñado por el Arq. Bianco, supervisado por el entonces estudiante Pimentel, es un poco como un elefante Blanco que ya quiere despertar y sacudirse. El museo de Habich es todavía un depósito, la Rotonda abre ya esporádicamente con algunas iniciativas de los alumnos, el auditorio fue felizmente recuperado y tenemos un cinematógrafo abierto al público en general todos los viernes, para hablar de arquitectura allí, pero todavía nada más. ¿Cuánto más podríamos brindarle a nuestros compañeros y a toda la ciudad?
Y hablando de la historia y de los grandes personajes que salieron de estas aulas, podemos reflexionar sobre ¿por qué llenamos nuestras aulas, auditorios y revistas con imágenes de arquitectos foráneos?, cuando tenemos aquí gente como Adolfo Córdova, Santiago Agurto, Enrique Ciriani (por solo mencionar a 3)… sobre quienes tanto podríamos decir y lamentablemente es insuficiente lo que sabemos de sus vidas, sus propuestas y sus proyectos. Ciertamente no tenemos suficiente conocimiento sistematizado sobre los grandes arquitectos de la FAUA, solo algunas pocas tesis y otros alcances gracias a la curiosidad y rigurosidad de algunas personas. TENEMOS UNA DEUDA INMENSA CON NUESTRA PROPIA HISTORIA
Mi segunda invocación, mi segundo intento por romper el silencio, es comprender mejor y sentir más nuestra historia para que no nos pese tanto. Amarla y respetarla tanto como para ser capaces de perderle el respeto. Amar tanto a nuestro edificio como para poder perderle el respeto y realmente vivir en él como quien vive en su propia casa. Perderle el miedo para habitarlo plenamente. Amar tanto la arquitectura como para hacer arquitectura de verdad.
3.
Hablo de arquitectura de verdad. Porque puedo afirmar con toda convicción que la arquitectura es más que el boom actual de la construcción, más que el negocio redondo de las inmobiliarias, más que el diseño al por mayor de casas de playa, más que el dibujo veloz en autocad o las hermosas vistas en 3d del archicad y mas que los videos de recorridos virtuales que impresionan a todos. Es más que los grandes centros comerciales y más que las piletas en los parques públicos. La arquitectura es el construir ligado al habitar y al pensar. El problema del habitar es muy complejo, en todo el mundo y en todas las épocas lo ha sido, pero aquí y hoy lo es más aún. Y aquí y hoy se piensa poco en la arquitectura. Y si no la pensamos aquí, nosotros, ¿quiénes lo harán, dónde se hará?
Mi tercera invocación, y creo es la invocación de toda una ciudad hacia nosotros como responsables de construirla, es volver a pensar nuestra arquitectura.
4.
Pensar, y también sentir. Porque además de ser arquitectos pensantes hay que ser arquitectos sensibles, y antes que eso, hay que ser personas sensibles. La formación que recibimos aquí debe estar enfocada entonces, en primera instancia, a aportar a nuestra sociedad seres humanos íntegros y capaces.
Eso no es tan difícil si tomamos en cuenta que la gran mayoría de jóvenes que ingresan a la FAUA lo hacen no solo con gran potencial sino también con grandes sueños y aspiraciones de cambiar el mundo. Uno sabe que no es cualquiera tras ingresar a la UNI. Hay mucha confianza en los cachimbos, pero por alguna razón esta se va diluyendo. Aparece un cansancio, cierta desilusión, cierto desencanto. Nos volvemos obedientes, solo queremos terminar para tener un papel y poder trabajar. Ya no pensamos en cambiar el mundo, pensamos en sobrevivir. Hay excepciones, claro, pero en general algo está pasando en el camino: algo así como “cortar las alas”. Quizás los egos, quizás las frustraciones, quizás el peso del que hablábamos, quizás el silencio, quizás los problemas que van en círculo y pasan de uno a otro. No lo sé, pero algo pasa con los rostros de los jóvenes.
Mi última invocación es, así: darle libertad al soñador, libertad para volar y libertad para aterrizar. Como diría el poeta Octavio Paz: Alas y Raíces
5.
¿Cuál es la crisis y cuáles son los retos del habitar? ¿podemos los arquitectos transformar el Perú? Fue quizás lo que se preguntaron quienes fundaron la 1era escuela para formar arquitectos en el Perú, lo que hoy es la FAUA. Hago la misma pregunta, 100 años después… ¿Cuál es la crisis y cuáles son los retos del habitar? ¿podemos los arquitectos transformar el Perú?
Por quienes están hoy aquí presentes, por estos grandes maestros, podríamos decir que sí, que si podemos… pero los tiempos han cambiado. Hoy impera la banalidad, el negocio, la supervivencia, la solución rápida…¿quien piensa en el habitar? Cuando uno dice cosas dicen que habla mucho y eso es aburrido, es mejor mostrar vistas en 3d y dejar de discutir. Cuando otro hace una obra magnífica dicen que es porque hubo buena inversión y así cualquiera. Y cuando otro hace crítica dicen que es un renegón. Los adjetivos son más recurrentes que las ideas.
Entonces, en este escenario de crisis, ¿cómo hacer para enfrentar los retos de hoy? Retos como la pobreza extrema, la corrupción generalizada, el caos del sistema de transporte, la carencia de viviendas, la desaparición del espacio público, la inseguridad ciudadana…
La palabra “crisis”, es algo que escuché desde que ingresé. Y en el Perú, desde que nací. Pero ¿qué sería del Perú si no hubiéramos tenido tantas crisis? ¿Existiría la creatividad peruana?, ¿existiría la deliciosa fusión de sabores de nuestra hoy tan reconocida cocina?, ¿existiría el buen humor y la amabilidad con los visitantes aún en las condiciones más precarias?, ¿existiría la fuerza para seguir adelante?
He hablado de cuando ingrese a esta facultad. Quiero confesarles, y esto es algo de lo que no me enorgullezco en absoluto, que eso sucedió en el año 1998, es decir, tengo aquí 12 años, y lo curioso, y esto es lo preocupante y es algo que habría que corroborar con las estadísticas, es que no soy una excepción. Hay muchas personas, todas valiosas, en situaciones similares. Algo pasa. Algo estamos haciendo. ¿Qué estamos haciendo bien y qué estamos haciendo mal? es algo que, para comenzar, habría que preguntarnos seriamente.
Una vez hecha esta confesión de mi parte, podríamos decir que yo estoy en crisis, si. Pero creo, humildemente, que la institución que me formó también. Siendo consciente de ello es que en este discurso he tratado de mencionar, desde mi experiencia y mi posición, algunas líneas que considero importantes a tomar en cuenta ante esta situación, de la cual TODOS somos responsables. Para terminar, quiero reproducir una cita de Albert Einstein, quien aquí habla de la crisis en el sentido en que yo he querido tocarla hoy en esta breve reflexión que se me ha permitido hacer. Dice:
“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera las crisis, se supera a sí mismo sin quedar “superado”.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y calar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”

Pienso que hoy, en este centenario, podemos decir, con esperanza, que estamos iniciando el buen camino de querer
Gracias

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